03 febrero 2016

Domingo 7 febrero: Domingo V de Tiempo Ordinario

JESÚS, EL QUE CUENTA CON NOSOTROS
El evangelio y la primera lectura de hoy –incluso la segunda- se encuentran en un mismo mensaje: Isaías, Pablo y Pedro son llamados y enviados. Y todos desde la debilidad, la misma debilidad que sienten los discípulos cuando Jesús, en la multiplicación de los panes, les invita: «Dadles vosotros de comer»… Debilidad, pecado, impotencia y llamada cantan la misma melodía. Y la llamada sigue hoy también en nosotros, cosa que resaltamos y comentamos, actualizándolo, en la misma homilía.
La homilía
Durante ella, tras ella o en vez de ella, queremos resaltar esta llamada diversa que se realiza en el seno de la Iglesia: las “vocaciones”. Llamadas personales que forman parte de una misma “con-vocación”. Presentaremos, pues, estas diversas “vocaciones” de discípulos del Señor para vivir y trabajar por el Reino. Y el Reino, en este día, adquiere connotaciones de misericordia ante el hambre –todas las hambres y pobrezas- de nuestro mundo.
Elegimos, entre otras, estas vocaciones y llamadas: la del matrimonio, la de la vida consagrada, la del sacerdote, la del catequista, la del militante de Manos Unidas (ONGs, voluntariados), la del militante comprometido en su ambiente, la del trabajador (obrero manual, cultura, enseñanza, etc.).

Se trata de invitar (previamente) a uno o a varios representantes de estas vocaciones a que, mediante la presentación de un símbolo de su llamada carismática, presenten el sentido de su propia vocación y lo pongan también en relación con lo que hoy representa el hambre y la pobreza en el mundo (Campaña contra el hambre):
• Un matrimonio: la alianza
• Un/a religioso/a: el símbolo de su Congregación y carisma
• Un sacerdote: la estola

• Un catequista: el catecismo
• Un voluntario de Manos Unidas: el cartel de este año
• Otros voluntarios posibles…
• Un militante de su ambiente (HOAC, JOC, JEC, etc., u otros)
• Un trabajador: tuerca, libro, apuntes, etc.
Acción de gracias
Te alabamos, Padre, y te damos gracias
reconociendo que has derramado tu Espíritu sobre nosotros
y nos has llamado, en el seno de la Iglesia,
desde muchas y diferentes situaciones
y con múltiples carismas para el bien común
al servicio del Reino.
Al algunos los has llamado para el amor en pareja y el matrimonio,
a otros los has llamado a la vida consagrada
a la animación de las comunidades en la fe,
o al servicio de la coordinación en el presbiterado.
Algunas personas saben sintonizar mejor con los niños,
con los adolescentes o con los jóvenes y sirven como catequistas.

También con los adultos y los mayores.
Otras personas nos hacen sentirnos pueblo.
Unas personas tienen capacidad para pensar y crear
y otras saben cómo comunicar y enseñar.
Unas tienen más sensibilidad para comprender a los demás:
otras, la valentía de la denuncia profético.

y hay quien nos ayuda en el discernimiento espiritual.
Te bendecimos porque con tantos y tan variados dones
nos ayudamos los unos a los otros, nos complementamos
para formar el grupo humano y la comunidad cristiana.
Así, la diversidad tiende a la unidad

y las diversas funciones a trabar un solo cuerpo.
Queremos hacer nuestra
tu opción por los pobres y oprimidos
y hacer nuestra la opción de Jesús
por la liberación de los oprimidos,
su entrega total hasta dar la vida.
Compromiso
Hoy, entre todos los que nos habéis comunicado vuestra llamada y todos los que, desde distintas situaciones, habéis sentido la vuestra, expresamos nuestro compromiso:
• ¿Estáis dispuestos a seguir atentos para escuchar las llamadas del Señor Jesús?
• ¿Estáis dispuestos a afrontar con fe y con anza las di cultades de vuestra propia vocación?
• ¿Estáis dispuestos a ser testigos del Señor en vuestro propio ambiente o situación?
Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo os acompañen en vuestro camino y compromiso para el bien de la Iglesia al servicio del Reino desde la permanente llamada de los débiles, pequeños y vulnerables de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario