08 febrero 2015

Un día en la vida de Jesús

¿En qué ocupaba el tiempo Jesús en la etapa de su vida pública?. ¿Cuál era la actividad que desarrollaba a lo largo de una jornada?. Sin duda ninguna la vida de Jesús en el pueblo de Nazaret, donde vivió hasta los 30 años, estaba dominada por la rutina: los mismos temas de conversación, los mismos juegos, los mismos problemas, los mismos rostros. Cambiaron las cosas, cuando se dedicó a la vida pública. Entonces surgían frecuentemente sorpresas y novedades.
El evangelio de este domingo nos muestra cómo, en qué ocupaba Jesús las 24 horas de un día. En primer lugar reservaba un tiempo amplio a la oración, la cual le gustaba hacerla en soledad, en descampado. Como confesó en otra ocasión, hablando de la oración, “cuando vayas a orar entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido”. 
Dedicaba largo tiempo a la plegaria: bien sea a la mañana, muy de madrugada o bien a la noche, hasta muy avanzada la noche. En estos ratos hacía verdad el estilo de oración que predicaba Santa Teresa: Hablar con Dios como se habla con un amigo. Y Jesús hablaba con Dios como de Padre a Hijo. Con una intimidad superior a la de dos amigos.
A la mañana acudió a la sinagoga (la iglesia o templo de los judíos) acompañado de los apóstoles. A continuación curó a la suegra de Pedro, que estaba en cama. De tal manera se recuperó que les pudo preparar la comida. A la tarde, a la noche se le acercaban muchos enfermos para que los curara. Anota el evangelista que “se agolpaban a la puerta”. “Recorría toda Galilea predicando en la sinagoga y curando toda enfermedad y dolencia”. Varios especialistas en Biblia sostienen que a Jesús le preocupaba el sufrimiento de los más débiles, de tal manera que “la primera mirada de Jesús no se dirige hacia los pecadores que necesitan una llamada a la conversión, sino a los que sufren la enfermedad y anhelan más salud y más vida”.

Al observar cómo ocupa su tiempo, cómo y en qué trabaja durante una jornada, se concluye que Jesús era activo y contemplativo: las dos cosas, ya que se movía incansablemente y sacaba tiempo para dialogar con el Padre, para la oración; una oración sencilla, espontánea. Por otro lado demostró tener un corazón grande y una sensibilidad extraordinaria. Los evangelistas señalan que se “le conmovían las entrañas”.
Jesús vivió lo que os comentaba el domingo pasado: que vale más lo cálido de la compasión que el resplandor de la verdad. Un conocido teólogo ha escrito recientemente que, si se lee con atención el relato evangélico del juicio final, lo que Dios tendrá en cuenta en el examen último y definitivo de la humanidad será el comportamiento que cada cual tuvo con sus semejantes, especialmente con los que peor lo pasan en la vida, o sea con los que pasan hambre, los enfermos, etc.
En consonancia con lo comentado hasta ahora, hoy celebramos la jornada principal de Manos Unidas bajo el lema: ”Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?”. Manos Unidas presenta el año 2015 como uno de los años clave para el logro de los ocho objetivos del milenio. Tres de los cuales son: erradicar la pobreza extrema y el hambre, conseguir la enseñanza primaria universal, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Lamentablemente hasta este momento no se está respondiendo con la debida eficacia, pues hoy mismo padecen hambre mil doscientos millones de personas, lo cual significa que no se ha alcanzado lo calculado. Por tanto se necesita acelerar y aumentar la ayuda. Más gente que dé un sí a la pregunta del cartel: ¿te apuntas?.
El evangelio introduce casi al final un breve diálogo entre Jesús y algunos apóstoles en el que éstos le comunican: ”todo el mundo te busca”. En realidad no creo que todo el mundo le busque. Son muchos los que simpatizan con Jesús. Quizás más de los que pensamos. Pero Jesús se merece más. Que nosotros le busquemos y le busquemos con entusiasmo, con valentía y con generosidad.
Josetxu Canibe

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