08 febrero 2015

Liturgia domingo día 8 de diciembre

5º durante el año
Verde
(San Jerónimo Emiliani. Santa Josefina Bakhita, virgen).
Antífona de entrada Sal 94, 6-7
Vengan, inclinémonos para adorar a Dios, doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó; porque él es nuestro Dios.
Oración colecta
Dios nuestro, cuida a tu familia con incansable bondad, y, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza, defiéndela siempre con tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
1ª Lectura Job 7, 1-4. 6-7
Lectura del libro de Job.
Job habló diciendo: ¿No es una servidumbre la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de un asalariado? Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor. Al acostarme, pienso: “¿Cuándo me levantaré?”. Pero la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora. Mis días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad.
Palabra de Dios.
Comentario
Job siente que la vida le pesa, ya nada lo satisface y sólo “dura” en lugar de vivir. No tiene un proyecto de vida que lo motive para salir del letargo. Su dolor, como el nuestro, clama ser redimido para que esa salvación lo vuelva a poner de pie. Y esto precisamente viene de Dios. Dejemos que el Señor mismo redima nuestro dolor, y pidamos su asistencia para poder liberar el dolor de nuestros hermanos.

Salmo 146, 1-6
R. Alaben al Señor, que sana a los afligidos.
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel. R.
Sana a los que están afligidos y les venda las heridas. Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre. R.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo. R.
2ª Lectura 1Cor 9, 16-19. 22-23
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Predicar gratuitamente el Evangelio, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes.
Palabra de Dios.
Comentario
San Pablo no siente el anuncio del Evangelio como una carga, sino como una responsabilidad. Él mismo considera que su misión es predicar a todo el mundo. Y en la misión misma está la recompensa, no hay un “bono extra”. Anunciar a Cristo, eso solo, y eso mismo, es la retribución a su misión.
Aleluya Mt 8, 17
Aleluya. Cristo tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. Aleluya.
Evangelio Mc 1, 29-39
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”. Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios.
Palabra del Señor.
Comentario
Los movimientos de Jesús son cautivantes: “Se acercó a la mujer”, “la tomó de la mano” y “la levantó”. Y la mujer, quizás mirando a Jesús, deja que él actúe, le deja hacer lo que tiene que hacer. Confía, se entrega, espera… Y así como ella, lo hicieron también todos esos enfermos y atormentados que se acercaron hasta Jesús con sus cargas y sus dolores, confiando en que en él encontrarían liberación.
Oración sobre las ofrendas
Señor y Dios nuestro, que has creado los frutos de la tierra para sostener nuestra fragilidad, haz que estos dones se conviertan en sacramento de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.
O bien: Mt 5, 4.6
Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Oración después de la comunión
Señor, que nos hiciste compartir el mismo pan y el mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera que, unidos en Cristo, demos fruto con alegría para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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