23 febrero 2015

Liturgia, 23 febrero

I de Cuaresma
Morado.
(San Policarpo, obispo y mártir).
Policarpo fue uno de los primeros grandes padres de la Iglesia, y su testimonio hoy nos llena de admiración y nos conmueve. Fue obispo de Esmirna. En medio de las persecuciones, escribió una carta a los cristianos de Filipos, en la que hablaba del “martirio de la cruz”. Llevado ante el Tribunal, se proclamó cristiano y se negó a ofrecer sacrificios al Emperador, por lo que fue condenado a morir en la hoguera, en el anfiteatro de Esmirna, en el año 155. Se conservan los relatos de su prendimiento, juicio y martirio, los cuales constituyen un importante testimonio sobre cómo se llevó adelante la persecución del Imperio romano contra los cristianos. Esta acción no solamente fue dirigida por las autoridades, sino que también fue apoyada por la mayor parte de la “buena sociedad” romana, que despreciaba a los cristianos por su estilo de vida.
Antífona de entrada         cf. Sal 122, 2-3
Como los ojos de los servidores están fijos en las manos de su señor, así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros. Ten piedad, Señor, ten piedad de nosotros.
Oración colecta     
Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro, y, para que sean provechosas las prácticas cuaresmales, instrúyenos con tus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Lectura         Lev 19, 1-2. 11-18
Lectura del libro del Levítico.
El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. Ustedes no robarán, no mentirán ni se engañarán unos a otros. No jurarán en falso por mi Nombre, porque profanarían el nombre de su Dios. Yo soy el Señor. No oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana siguiente el salario del jornalero. No insultarás a un sordo ni pondrás un obstáculo delante de un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy el Señor. No cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con justicia. No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él. No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Palabra de Dios.

Comentario
El fundamento de nuestro modo de obrar con el prójimo es el mismo Dios. El Dios viviente, que nos procuró la liberación de todo mal y de toda opresión, nos exhorta a que obremos como él: buscando siempre la vida y el bien para nuestros hermanos.

Salmo 18, 8-10. 15

R. ¡Tus palabras, Señor, son espíritu y vida!

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi Roca y mi redentor. R.
Versículo     2 Cor 6, 2b
Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.
Evangelio     Mt 25, 31-46
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’. Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’. Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’. Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’. Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’. Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.
Palabra del Señor.
Comentario
¡Cuántas buenas acciones silenciosas y anónimas en favor de la vida! ¡Cuántas personas que no han endurecido el corazón y son sensibles a las necesidades de los más vulnerables! Jesús ve estas acciones concretas. Él está allí, en el pobre, en el sediento, en el encarcelado… Él recibe con beneplácito nuestros gestos de amor. Sobre esas acciones será juzgada nuestra vida.
Oración sobre las ofrendas       
Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos; que por obra de tu gracia, ellas santifiquen nuestra vida y nos obtengan el perdón de nuestras culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión       cf. Mt 25, 40. 34
Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo, dice el Señor. Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo.
Oración después de la comunión
Padre santo, por la Eucaristía que hemos recibido, concédenos experimentar la ayuda para el alma y el cuerpo; y así, restaurado todo nuestro ser, alcancemos la plenitud de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo  (Facultativa)
Te rogamos, Padre, que ilumines la inteligencia de tu pueblo con la luz de tu gloria, para que veamos lo que debemos hacer, y obremos siempre con rectitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario