07 febrero 2015

Homilía para el Día de Manos Unidas

- El grito que Job dirige a Dios en medio de su abandono y soledad recoge y pone ante nosotros el grito de tantos hermanos nuestros que, sumidos en la pobreza y sus consecuencias, viven sin esperanza. Este grito, como antes el de Abel, como después el de tantos otros, es escuchado por Dios, que reclama también hoy nuestra escucha y actuación.
- Somos urgidos, como nos exhorta el Papa Francisco, a escuchar el clamor de los pobres, tanto de los pobres en singular, del pobre en concreto, como el clamor de los pueblos que sufren las consecuencias de la pobreza, pues somos instrumentos de Dios para su liberación y promoción (Evangelii Gaudium 187-192).
- La urgencia evangelizadora está presente en nosotros, como lo estaba en el Apóstol Pablo. Este anuncio del Evangelio, la tarea evangelizadora, también el primer anuncio, tiene una inmediata repercusión moral, cuyo centro es la caridad.
- La caridad y la dimensión social de la evangelización deben tenerse en cuenta para no desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora (Evangelii Gaudium 176).
- En Cristo y su actuación se presentan aunadas predicación y acción, anuncio de la Buena Noticia y actuación a favor de los más necesitados. Es el modo de la revelación de Dios: hechos y palabras intrínsecamente unidos (Dei Verbum 2), mostrando en sí mismo cómo la propuesta del Evangelio, que es el Reino de Dios, tiene consecuencias sociales (Evangelii Gaudium 176).

- El pasaje evangélico muestra que Jesús, al conocer la situación de necesidad de la suegra de Pedro, toma la iniciativa de curarla; responde a la necesidad de aquellos que acuden a él y va más allá de particularismos y localismos, yendo a las otras aldeas para mostrarles la salvación.
Es preciso tomar la iniciativa ante las necesidades de los otros, sin esperar a que se pida expresamente. Este tomar la iniciativa, “primerear” usando la palabra que usa el papa Francisco, también ha de darse en la caridad, a imagen del Señor que nos “ha primareado en el amor” (Evangelii Gaudium 24).
- No eludamos las peticiones de los otros en nuestra respuesta, ni demoremos la acción a favor de los pobres. La caridad no entiende de horarios ni planificaciones, como muestra el Señor curando a los que acuden a él.
Salgamos de nosotros mismos, de nuestros localismos y particularismos, a pesar de que en medio de nosotros hay grandes necesidades también. Ahí está el ejemplo de Cristo: son muchos los que le buscan, los que le reclaman, pero opta por ir a las aldeas cercanas para predicar también en ellas; así nosotros, las necesidades más cercanas no pueden servirnos de excusa para no escuchar el grito de nuestros hermanos de otros lugares; así nos lo recuerda Manos Unidas en esta Campaña a favor de los pobres de toda la tierra.

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