25 abril 2014

Recursos II Domingo de Pascua

Desde este domingo nos preguntamos dónde encontrar hoy, como siempre, a Jesús resucitado. Para hacerlo, tenemos que ponernos en camino, ir a su encuentro allí donde Él quiere encontrarnos, como pequeñas luces que nacen de su vida (cirios que se prenden en EL CIRIO de la Pascua).
El evangelio de este domingo nos muestra una primera señal. Podemos encontrarle en los hermanos, reunidos en comunidad, donde la fraternidad se va realizando compartiendo nuestros bienes, orando juntos y celebrando la “fracción del pan”, como las primeras comunidades.
Como dijimos al comienzo, hoy es el día de tener instalado el “monumento” cubierto de tela bonita (elegir el color) colocado estéticamente en diferentes zonas planas y a diferentes alturas, todas ellas convergiendo en la parte más alta con el cirio pascual. Encendemos hoy, en el cirio, una primera vela, la vela de la comunidad. Bajo ella colocamos un cartel: “HERMANOS”.

DECIR COMUNIDAD
Decir comunidad
es decir camino compartido,
multitud de manos que se unen
para, entre todos, hacer la marcha más ligera.
Abrazo de miradas que se buscan
para buscar, unidas, la mirada
de Aquel que por nosotros dio la vida.
Es compartir, la vida entrelazada,
es reunir bajo las mismas esperanzas
las diferencias, que así, no nos apartan.
Decir comunidad
es hablar de proyecto común,
sueños compartidos,
camino acompañado.
Es pensar en el otro
y en lo mejor para el otro
y pensar, juntos,
en lo mejor de nosotros
para todos los otros.
Decir comunidad
es darse fuerzas entre todos.
Es alentarse
con la palmada al hombro,
es corregirse
sin miedo a los enojos.
Es animarse
a crecer juntos poco a poco.
Decir comunidad
es hablar de apertura y entrega,
servicio a los demás,
aprender a abrirse, generosos.
Es compartir la vida de Dios
fuente de vida, de esperanza y amor.
Decir comunidad
es común-unidad
de criterios verdaderos
- los del Evangelio -
de opciones valientes
- las de Jesús -
de desafíos audaces
- los del Reino en marcha -.
Decir comunidad
es el encuentro
de muchos
que, animados y alentados
por el Espíritu,
buscan clamar a Dios, ¡Abba!
Aquí estamos, Señor,
unidos y en camino
para hacer crecer tu Reino
donde pidas.

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