22 abril 2014

Guión Litúrgico 3, 2º Domingo de Pascua 27 abril

2º domingo de pascua

Introducción



En este 2º domingo después de la fiesta de Pascua, seguimos con la alegría de la vida nueva que Jesús nos conquistó con su muerte y resurrección. Esta nueva aparición del Resucitado provoca en Tomás y en los otros la necesidad de profesar a boca llena su divinidad, confirmada ahora por la resurrección que, como decía san Agustín, nos valió más la duda de Tomás que la fe de los otros, porque con ella y la confesión posterior nos quitó la espina de duda que habría surgido en nuestra mente.
    Comencemos esta misa alabando a Dios por su misericordia. Cantamos…


Saludo de bienvenida



Jesús resucitado vuelve hoy a congregarnos en torno de su altar, donde nos iluminará con su palabra y nos alimentará con el sacramento de su Cuerpo y Sangre. Nosotros somos los que creemos en él sin haberlo visto ni antes ni después de su Pasión y Resurrección, como decía Pedro en su primera carta a los cristianos de la provincia de Asia, y sin embargo, le creemos, lo amamos y lo seguimos.

Que la gracia y la paz de Jesús resucitado permanezcan con ustedes.

Acto penitencial

Para que no volvamos a desconfiar como Tomás, ni que cedamos a la tentación de soltar los remos, reconozcamos nuestros pecados y pidamos perdón:
Piedad, Señor, pecamos contra ti.
- Por nuestros egoísmos, que no nos dejan ver las necesidades del prójimo.
- Por nuestro orgullo y soberbia, que nos dividen y enfrentan entre hermanos.
- Por nuestras ambiciones desmedidas, que nos hacen perder de vista los bienes eternos.
Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé la vida eterna. Amén.

Liturgia de la Palabra

Primera lectura (Hech 2, 42-47): Lucas, autor de los Hechos de los Apóstoles, nos muestra cómo vivían aquellos primeros cristianos de la ciudad de Jerusalén, que eran un verdadero espectáculo que atraía a muchos.

Salmo (Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24): Alabemos al Señor por sus maravillas entre nosotros.
Segunda lectura (1Ped 1, 3-9): Pedro escribe desde Roma a la comunidad de la provincia de Asia, para confortarlos en la lucha que deben soportar por ser cristianos.

Evangelio (Jn 20, 19-31): A la semana del primer día de la Resurrección, Jesús vuelve al Cenáculo, desea la paz a los suyos y brinda a Tomás la oportunidad de sacarse las dudas del alma, quien toca con sus manos las llagas de la crucifixión.

Oración de los fieles

Aquellos apóstoles y discípulos no necesitaban decirle ni pedirle nada a Jesús; con volver a verlo y escucharlo bastaba y sobraba, ¡qué más! Nosotros, si bien somos los felices que creen sin haber visto ni oído nada, necesitamos contarle al Señor sobre nuestros gozos y, sobre todo, sobre nuestras esperanzas.

Comunión

Demos gloria a Dios, iniciando el eterno intercambio del Cielo, cuando él sea todo en todos, ¡y todos nosotros en él! Vayamos a comulgar cantando…

Despedida y bendición final

Hoy Jesús resucitado vino para fortalecer nuestra fe, como lo hizo ante Tomás y sus compañeros. Vino también para ayudarnos a crecer en el amor fraterno, como en aquella primera comunidad de Jerusalén. Ahora bien, hoy vivimos otros tiempos y culturas, otras realidades y circunstancias, pero seguimos teniendo hambre de Dios, de su amor y de fe verdadera. Para que con nuestra fe y caridad seamos luz del mundo y sal de la tierra:
Que el Señor nos bendiga y nos proteja. Amén.
Tenga piedad y nos muestre su rostro. Amén.
Nos mire siempre con amor y nos conceda la paz. Amén.
Que la bendición de Dios omnipotente Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos y permanezca con cada uno de ustedes. Amén.


¡Vayamos en paz y demos gracias a Dios!

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