22 abril 2014

Guión Litúrgico 1, 2º Domingo Pascua 27 abril

R I T O S    I N I C I A L E S

CANTO DE ENTRADA.
Aleluya, Aleluya, es la fiesta del Señor.  Aleluya, Aleluya, el Señor resucitó.

Ya no hay miedo, ya no hay muerte, ya no hay penas que llorar.  Porque Cristo, sigue vivo, la esperanza abierta está.


SALUDO  Y MONICIÓN.

ASPERSIÓN DEL AGUA.
Canto:
Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del agua.  Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del Espíritu de Dios.  Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios hay que nacer del Señor.  Oh, oh, oh, oh, hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios hay que nacer del Señor.
Prepárate para que sientas.  Prepárate para que sientas.  Prepárate para que sientas el Espíritu de Dios.  Déjalo que se mueva.  Déjalo que se mueva.  Déjalo que se mueva dentro de tu corazón.  

GLORIA.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

ORACIÓN COLECTA.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47.

Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén.  Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.
                                     PALABRA DE DIOS

SALMO RESPONSORIAL.  Salmo 117.   
Antífona: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.  Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.  Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.

Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación.  Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.  Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.  Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro 1, 3-9.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo.  La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.
Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo.
No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.  
                        PALABRA DE DIOS

ALELUYA.
Antífona: Porque me has visto, Tomás, has creído –dice el Señor-.  Dichosos los que crean sin haber visto.

EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.  Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros.”
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.  Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.  Jesús repitió: “Paz a vosotros.  Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.”
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.  Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor.”
Pero él contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.”
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.  Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros.”
Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.”
Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”
Jesús le dijo: “¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.”
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos.  Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.  
PALABRA  DEL SEÑOR


HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
Te ofrecemos Señor, lo que nos diste Tú.

La fe que sembraste en todos los hombres, el amor y la esperanza que llenan la vida.

El pan en las manos de tu sacerdote, el cáliz que ofrece por todos los hombres.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:  
Andando por el camino, te tropezamos, Señor, te hiciste el encontradizo, nos diste conversación, tenían tus palabras fuerza de vida y amor, ponían esperanza y fuego en el corazón.

Te conocimos, Señor, al partir el pan, tú nos conoces, Señor, al partir el pan  (Bis)

Llegando a la encrucijada, tú proseguías, Señor, te dimos nuestra posada, techo, comida y calor; sentados como amigos a compartir el cenar, allí te conocimos al repartirnos el pan.

Andando por los caminos, te tropezamos, Señor, en todos los peregrinos que necesitan amor, esclavos y oprimidos que buscan la libertad, hambrientos, desvalidos, a quienes damos el pan.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Gracias, Señor, porque nos regalas un nuevo y renovado encuentro contigo en cada Eucaristía.

Gracias, porque nos dices: no tengas miedo y nos das paz y esperanza para vivir.

Abre nuestros ojos para reconocerte hoy a nuestro lado, en nuestro entorno, en nuestros hermanos, especialmente en los que sufren.

Con Tomás te decimos ¡Señor mío y Dios mío!. Fortalece nuestra fe, da seguridad a nuestra esperanza y constancia a nuestro amor.

Ayúdanos a ser cristianos comprometidos y testigos de tu resurrección ante el mundo. 

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN

DESPEDIDA SOLEMNE.
Sacerdote canta o dice: Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
Todos respondemos: Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

Canto:
¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya! ¡Aleluya, aleluya, aleluya, Resucitó!

Alegría, alegría, hermanos, que, si hoy nos queremos, es que resucitó.

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